A maestros de comunidades indígenas les genera inquietud volver a las aulas, ante falta de recursos y de garantías de seguridad para ellos y sus alumnos.En el Estado de México el retorno presencial a clases será “voluntario, escalonado y tomando todas las medidas sanitarias preventivas”. Así lo informó el pasado 12 de agosto el gobernador …
Entre la incertidumbre y la falta de agua: maestros preparan en comunidades indígenas el regreso a clases
A maestros de comunidades indígenas les genera inquietud volver a las aulas, ante falta de recursos y de garantías de seguridad para ellos y sus alumnos.
En el Estado de México el retorno presencial a clases será “voluntario, escalonado y tomando todas las medidas sanitarias preventivas”. Así lo informó el pasado 12 de agosto el gobernador de la entidad, Alfredo del Mazo.
Sin embargo, para Don Roberto, un maestro indígena mazahua de 65 años que da clases bilingües en una primaria, el retorno no está tan claro como se asegura en el discurso. De hecho, a menos de dos semanas de la vuelta a las clases presenciales, Roberto dice que aún existe una gran confusión tanto en los padres como en los maestros.
“Estamos ante un gran problema”, plantea en entrevista. “Que la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el gobierno no se ponen de acuerdo”.
“Un día nos dicen que es obligatorio que volvamos a dar las clases, y al día siguiente se retractan y el presidente (López Obrador) dice que ya no, que es voluntario para alumnos y también para los maestros. Y pues ya no sabemos a quién creer”.
Por eso, el maestro dice que se encuentra ante una disyuntiva: ¿tiene que ir o no a dar clases presenciales?
De no ser obligatorio, admite que aún no sabe qué decisión tomar. No es una cuestión de no querer trabajar, puntualiza. Al contrario, en lo que va de pandemia ha tenido que redoblar esfuerzos y poner dinero de su bolsa para viajar todas las semanas por las comunidades serranas a entregar a los padres de familia hojas con tareas para sus alumnos, y luego pasar a recogerlas. Incluso, ante la imposibilidad de que muchos niños sigan las clases por televisión, en alguna ocasión ha prestado dinero para que los padres puedan recargar saldo al celular, la única vía de comunicación en rancherías a más de tres mil metros de altura donde no hay acceso a internet.
Pero volver a las aulas le genera inquietud. “Claro que tengo miedo de regresar”, admite presto. “Tengo ya las dos vacunas de Astra Zeneca, aunque eso no es garantía de nada. No estoy fuera de peligro. Y menos, con 65 años. Así que tengo que reflexionar muy bien mi decisión”.
Por el momento, ya lleva varios días trabajando junto con otros docentes para informar a los padres de los requisitos de inscripción de los niños, de las cuotas escolares voluntarias, y de cómo se llevará a cabo la limpieza de la escuela, que tras un año y medio en el abandono se encuentra muy deteriorada y llena de maleza.
Precisamente, el tema de la escuela y su infraestructura es otro de los grandes desafíos que plantea la vuelta a clases presenciales.
“No hay condiciones para regresar, se carece de muchas cosas”, recalca Don Roberto, que explica que, hasta el momento, las autoridades educativas se limitaron a enviarles una garrafa de 10 litros de gel antibacterial y unas franelas para limpiar los escritorios. No hay rastro de los ventiladores que les prometieron para evitar la saturación del ambiente en los salones que ocuparán 25 alumnos.
Por no haber, dice Don Roberto, no hay ni agua potable en los sanitarios de la escuela, ni en las fuentes para que los niños puedan lavarse las manos, la regla número uno para tratar de combatir al virus y los contagios. Una situación, no obstante, que no es única en esta primaria del maestro indígena.